Hace poco se cumplía un año del inicio de la operación marbellí contra la corrupción (ver post ¿Cumpleaños malayo feliz?). Esta noche, coincidiendo con la visita del presidente del gobierno a Málaga, después de decir eso de “por muy famosos que sean”, leo en varios medios, que la tonadillera, pareja del ex-alcalde, ha sido detenida en el marco de la Operación Malaya que investiga el juez Torres, acusada de varios delitos contra la hacienda pública y el blanqueo de capitales.
La justicia sigue su curso, nos guste o no, y eso nos puede regenerar confianza en ella. Pero ahora, durante meses, de nuevo no se podrá poner la televisión, de algunas cadenas, a ciertas horas de la mañana y de la tarde. Carnaza para las musarañas televisivas, que, al igual que el resto de la prensa ambarina, se creen árbitros, consejeros y enjuiciadores de la vida.
La culpa no es de ellos, solamente, sino, también, de aquéllos que seguimos, impávidos, a través de los amarillos medios, el juicio paralelo. Y la tonadillera, culpable o no, ya fue seudo juzgada y volverá a serlo una y otra vez, hasta que, en un penúltimo acto, un floreado, versado y depravado opinante exija la exhumación del cadáver público, para verificar si quedaba rastro de la sustancia que detonó el amor por su presuntamente corrupta pareja (Imagen incorporada psoteriormente; fuente: pixabay).